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sábado, 23 de septiembre de 2017

La vida real y la otra

Sorprendente comparación. Comenzó diciendo que la gente hace su vida normal de cada día,  limpia su casa, prepara la comida, los niños al cole, los problemas laborales, la visita al familiar enfermo, el pago de la luz y del agua, el gasto de los móviles,…
Un día decides ir al cine. Traspasas la puerta y entras en otro mundo, de ficción, de buenos y malos, de luchas e intrigas entre los personajes, de historias más o menos parecidas a la realidad pero nunca reales. Para aislarte aún más has de apagar el móvil dentro de la sala. Pasadas dos horas, vuelves a pisar la calle, a cruzarte con la gente de carne y hueso. Vuelves a la vida real y, tal vez, después de unas semanas ni recuerdes el título de aquella película. Todo quedó en un rato de entretenimiento, para recordar y comentar, o simplemente para olvidar.
Si un día decides entrar en un Pleno municipal, puede que sientas algo parecido que en el cine. Es otro mundo de ficción, de peleas políticas, de insultos y desprecios, de problemáticas más o menos relacionadas con la realidad pero distantes de las necesidades prioritarias de la población. En nombre del pueblo mantienen un constante duelo de intereses partidistas, que se va encarnizando conforme se aproximan las siguientes elecciones. Ahora también utilizan los medios de comunicación como extensión de los plenos. Cuando sales de aquel Salón, vuelves a la calle, hablas como habla tu gente, saludas amistosamente a vecinos y vecinas, te ríes y compartes preocupaciones. Y, tal vez, los comentarios sobre el Pleno, si los haces, sean decepcionantes.

Dijo que es un virus generalizado en el mundo de la política, a todos los niveles. Una cosa es la vida real de la gente y otra la vida según los políticos y los dirigentes. Encerrados en su burbuja politiquera, allí definen y seleccionan los temas que les importan, y poco a poco se van distanciando de la realidad de la población, aunque digan lo contrario. Llaman democracia a lo que es una ‘partitocracia’, deciden al margen del pueblo y sus intereses partidistas priman sobre las necesidades de la población. Permanecen en constante campaña electoral con un solo objetivo: amparar y justificar solamente lo de su partido o grupo y atacar a los demás. Para colorear su actitud  convierten sus intereses partidistas en fines beneficiosos para la población.

Asómense, si quieren, a nuestra Corporación Municipal. La misión del Grupo Andalucista (antes PA y ahora oficiosamente AxSí) es la de rechazar sistemáticamente cualquier propuesta o proyecto del Equipo de Gobierno. Todo lo del gobierno municipal les parece mal, hasta los andares. Cuando ellos gobernaron en la anterior legislatura sucedió exactamente lo mismo, sufrieron el constante rechazo de la oposición. Eso sí, es el grupo que mejor practica el cinismo.
Los modales del PSOE son más suaves. Estos sólo consideran bueno lo que viene de su grupo socialista, sea de la Junta de Andalucía o de la presidenta de la Diputación. Necesitan, como el agua, sentirse importantes y ser considerados públicamente. Lo peor es que les toca navegar continuamente entre contradicciones.
IU no sabe no contesta, o sabe pero no contesta, o contesta pero no sabe. Viven en su nube asamblearia, afilando su lápiz izquierdista para intervenir de la manera más original o, al menos, no aparecer como cómplices.
Y el Equipo de Gobierno dando tumbos y sudando la gota gorda. Sin ser políticos, ni querer vivir de la política, les toca ejercerla. Todo cuesta horrores. Desde la calle y la megafonía no se imaginaban la tremenda maraña escondida en el interior del Ayuntamiento: Burocracia, deudas, grupos de presión, juegos de intereses, clientelismos, empresas en quiebra, condicionamientos legales…
¿Y la gente…? Viviendo fuera del edificio de ayuntamiento, fuera del salón de plenos, fuera de las comisiones, fuera de los periódicos,… la gente vive en la calle, en otra parte. Allí ríe, pena, lucha, se divierte y se las apaña como puede para salir adelante.

Terminó diciendo: ¿Se imaginan ustedes que, en cualquier municipio como el de Puerto Real, sus 21 concejales guardasen sus chapas partidistas en los bolsillos e hicieran piña en torno a un único menú de necesidades y prioridades del municipio, teniendo en cuenta las posibilidades y limitaciones del Ayuntamiento (económicas, legales, procesales, etc.), buscando y valorando entre todos las medidas y soluciones más viables, sin insultos y desprecios, colaborando juntos para el mejor servicio a la población, que es la misión para lo que fueron elegidos? ¿No creen que, incluso, la ciudadanía se sentiría más animada a colaborar y a participar?
Alguien respondió: No, no me lo imagino.

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