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sábado, 4 de enero de 2020

Un pueblo divertido

Nos resultó muy llamativa su descripción, tal vez algo escueta, pero digna de reflexión.
Puerto Real es un pueblo que le encanta divertir y divertirse, nos dijo. Y, además, con el aire a favor, al estar motivado todo el año por multitud de fiestas: Navidades, Reyes, carnavales, Semana Santa, comuniones y bodas, cumpleaños, Feria, playas, festivales, concursos de peñas, salidas al campo, viajes… 
Da la impresión de que en este pueblo todo se celebra con gran entusiasmo, aún rozando los límites del poder adquisitivo de muchas familias.
Lógicamente, un Gobierno Local, que quiera congraciarse en general con este tipo de población, potenciará sus políticas por los cauces festivos y de imagen, que llamará “interés por el bienestar de Puerto Real”. Y para ello va a contar, por supuesto, con la colaboración fiel, segura y definitiva de los colectivos interesados: los comerciantes, las peñas, las asociaciones carnavaleras y festivas, las hermandades y cofradías, los clubes deportivos, o cualquier otro tipo de colectivo folclórico.
Usarán la argumentación común de siempre, tan recurrente como peligrosa: “la recuperación y el fomento de nuestras tradiciones populares”. No tanto el impulso del nivel cultural y de civismo de la población, ni siquiera el discernimiento de esas llamadas ‘tradiciones’.
No es de extrañar que el Ayuntamiento reúna a todos esos colectivos en el Teatro Principal y lo considere públicamente como acto del principal órgano de participación municipal.
En esa misma línea, al Gobierno local corresponde cuidar todo lo posible la imagen del municipio y su adecentamiento: que la ciudad parezca limpia al menos en sus zonas más céntricas, las rotondas de entrada ornamentadas, las vías de circunvalación engalanadas con plantas, etc. Y desde esa perspectiva lanzará sus mensajes: “Puerto Real, mejorando día a día”. Tal vez este Ayuntamiento piensa, como alguna gente, que una imagen vale más que cien problemas. Y si acaso se produce algún disgusto o contrariedad es, en buena lógica, cuando los gamberros roban las flores, o dañan las macetas y objetos ornamentales, o rompen los columpios y parques de los niños. No parece reaccionar con igual vigor el gobierno ante un fuego en la Dehesa de las Yeguas, o si aparece el segundo muerto en un año por intoxicación de drogas en el polígono del Río San Pedro.
Por supuesto que este tipo de políticas populistas no es exclusivo de Puerto Real. Hace muchos siglos que el poeta Juvenal criticaba a los gobernantes romanos sus políticas de “pan y circo”, en referencia a los emperadores que, para distraer y amansar a la población y, a la vez, conseguir sus votos, les repartían trigo gratis y les organizaban funciones circenses y de entretenimiento. En Rusia se llamó ”pan y espectáculo”. En España lo definieron en los siglos XIX y XX como “pan y toros” o “pan y fútbol”. Al parecer, son medidas muy usuales y recurrentes para los gobernantes.
De alguna manera estas políticas populistas suelen compensarse en otros terrenos con buenos DESEOS: deseos de mucha carga de trabajo en Astilleros, deseos de que no se lleven la facultad de Educación a Cádiz, deseos de que todos los trenes paren en nuestra Estación, deseos de que los techos de uralita aún existentes en los colegios no contaminen a los niños, deseos de que no sigan disminuyendo las plazas sanitarias en los centros de salud ni las camas disponibles en el hospital, deseos de que todo el mundo tenga una vivienda, deseos de un feliz y próspero año nuevo,… DESEOS, MUCHOS DESEOS, ¿Y eso es todo…?.
Bueno, digamos que se trata de una lectura personal sobre Puerto Real, tan respetable como otras. A las personas presentes nos pareció interesante.

PUERTO REAL camina