-Efectivamente, contestó otro, como
interpretable es decir que Puerto Real está mejorando por el hecho de colocar unas macetas
en las calles, mientras cada vez hay más farolas apagadas en el paseo marítimo.
El nuevo gobierno es más estético, pero tiene menos luces.
Nuestro
amigo tiró de símbolos y de ironía. Es verdad que la realidad encierra
siempre una carga simbólica.
En
el último Pleno Municipal se despidió el concejal de EQUO Alfredo Charques.
Con la sencillez que le caracteriza entregó su acta de concejal: “Los cuatro
años que he sido concejal del Equipo de Gobierno han sido los años donde yo
personal y profesionalmente me he sentido más útil en mi vida”. Todo un
símbolo de “gente corriente que está dispuesta a dedicar un tiempo de su
vida al servicio público, sabiendo que un cargo público es más un compromiso
que una oportunidad y es más una responsabilidad que una satisfacción”. Es la
diferencia entre ‘servir generosamente a un pueblo aunque sea temporalmente’ y ‘ser
un vividor de la política que se aferra a la poltrona’.
Aparte
de que la democracia, como la vida, está tejida de símbolos, hay ‘Escuelas
Ciudadanas’ en las que se dan talleres de “Aprender a relativizar”: Para
que la ciudadanía no se deje arrastrar por cualquier imagen o promesa fácil; para saber distinguir entre lo superficial o mero entretenimiento y lo importante
y fundamental; para saber diferenciar lo que es un compromiso o un proyecto político
real de lo que es mera publicidad; para comprender lo que es participación
ciudadana o es un simple papel de comparsa. Aprenderíamos a interpretar mejor
las actuaciones del propio gobierno municipal y de los diversos organismos y
servicios municipales.
Y aprenderíamos a valorar en su justa medida las
simbólicas “tradiciones”: Una visión democrática y moderna
entiende la cultura y las tradiciones de un país como un conjunto cambiante de
discursos y de relaciones sociales. Es decir, que los valores y las tradiciones culturales no son bienes intocables ni
inmutables, como nos venden algunos políticos. Las tradiciones son siempre revisables y
muchas veces condenables. Porque avanzan los tiempos y crece la conciencia de los derechos humanos
y sociales, que siempre deben primar sobre cualquier costumbre cultural o
“tradición”. Por eso mucha gente está harta de discursos rancios sobre las ‘tradiciones
arraigadas y populares’. Hay tradiciones trasnochadas y abandonadas, razón por
la cual no seguimos siendo caníbales.
Los símbolos y
manifestaciones de un pueblo ayudan a conocer a su población y a sus gobiernos.