Un día 25 de noviembre
de 1960 fueron asesinadas tres dominicanas, las hermanas Mirabal, por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo. Desde entonces, Latinoamérica
conmemora cada 25 de noviembre el día contra la violencia de género. La ONU
se sumó a la jornada reivindicativa y declaró esa fecha como Día
Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Cada día 25 de todos
los meses, un
grupo de personas, más o menos reducido, se concentra en la Plaza de Jesús de
Puerto Real (Cádiz) para denunciar y condenar
la violencia machista o violencia de género.
Este 25 de abril ascendía a 21 la cifra de víctimas mortales durante este año.
Mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas. De ellas, sólo 4 habían
presentado denuncia con anterioridad. Lo que hace pensar si realmente se
conocen los recursos existentes aunque sean deficitarios, si las víctimas conocen
realmente sus derechos, si sus entornos familiares las apoyan, si amistades y
vecindario no miramos hacia otro lado.
¡Tanta alarma y drásticas medidas contra el
terrorismo político y, a la vez, tan escasa atención y débiles medidas contra
el terrorismo machista! Por algo será…
Antes
del minuto de silencio, resonó por los rincones de la plaza un Comunicado de la Asociación de hombres por la igualdad de género (AHIGE) leído
sentidamente por el actor Pepo Oliva,
residente en este municipio:
"…La violencia de género es una escandalosa
realidad que cada día se extiende más y afecta a toda la sociedad. Es la
evidencia diaria de nuestras contradicciones y una exigencia inmediata para
reflexionar sobre los problemas que están en su origen.
Sus consecuencias son terribles;
miles, cientos de miles de mujeres viven atemorizadas ante una continua
situación de terror físico y psicológico en sus hogares y entorno inmediato.
Sorprendentemente, los causantes
de este mal, no son hombres extraños a las víctimas. Son sus propios maridos,
novios o parejas quienes maltratan… Hombres comunes, ciudadanos típicos, en
muchos casos modélico, amables, reconocidos y, a menudo, respetuosos y
cordiales en su trabajo...Hombres que no están siendo capaces de reconvertirse
hacia un tipo de relaciones igualitarias, basadas en el respeto mutuo…
Los agresores no son mayoría…
Pero, ¿y el resto? ¿Dónde estamos y qué hacemos el resto de los hombres? La
violencia es posible porque el resto de los hombres mantenemos algún tipo de
complicidad y cierta tolerancia hacia ella. Ya sea por miedo, por egoísmo, por
rencor o por una malentendida solidaridad masculina, lo cierto es que muchos de
nosotros no hacemos lo suficiente para acabar con la violencia de género,
sencillamente no hacemos nada...
¿Te has parado a pensar si
puedes hacer algo más, de lo que haces, para luchar contra la violencia de
género? Esta es la pregunta que lanzamos
a los hombres. La mayoría, hasta ahora, nos hemos limitado a contemplar desde
la distancia este gravísimo problema, sintiéndonos libres de culpa y pensando que
bastaba con no ser nosotros los maltratadores. Pero eso no es suficiente, pues
EL SILENCIO NOS HACE CÓMPLICES…
Hacemos desde aquí una petición
a todos los hombres: No miréis para otro lado, no sigáis tolerando en vuestro
entorno ninguna situación de violencia, sexismo o discriminación hacia las
mujeres. Es nuestra responsabilidad
actuar allí donde se dé o se prepare el horror. Denunciad aquellos casos que
conozcáis y apoyad, sin ninguna duda, a las víctimas, pues necesitarán de toda
nuestra solidaridad. Hacedlo por ellas y por nosotros…