‘Esa es mi norma
de vida’, dice
el amigo Luis. Al parecer, su actitud de ‘ver, oír y callar’ le evita muchas complicaciones.
Y el caso es que Luis tiene ideas muy claras
sobre lo que sucede en su entorno y sabe explicarlas perfectamente. Con gran
sutileza nos describió la realidad de su pueblo, Puerto Real.
Cuenta Luis cómo
en su pueblo todo anda un poquito mezclado: Con igual entusiasmo se vive la cabalgata
del humor del carnaval que las procesiones de Semana Santa, o al mes siguiente se
baila en las casetas de feria.
Jóvenes, que apenas pisan la iglesia en todo
el año, van vestidos de penitentes o cargando imágenes en Semana Santa.
Padres no creyentes y nada practicantes que se enfadan
si sus niños no son incluidos para catequesis de primera comunión.
Chicas, que no se manifiestan contra los
crímenes machistas, se ven reclamando con ardor los concursos de Damas y Reina
de Ferias (concursos cada vez más desacreditados en muchas partes, por mucho
que se tilden de tradicionales).
Con pancartas y aplausos, numerosos vecinos y
vecinas recibieron en la plaza de Jesús al concursante “el Pitu”, mientras es exiguo
el respaldo a otras importantes causas y actos públicos (los 'círculos del
silencio' por los inmigrantes y refugiados fallecidos; las concentraciones
mensuales contra la violencia de género; las jornadas sobre memoria histórica y
exhumación de restos de personas asesinadas por el franquismo; las rendiciones
públicas de cuentas cada trimestre por parte del gobierno municipal)… Todo anda
muy revuelto.
Cuenta Luis cómo
en Puerto Real sobran razones para no fiarse de los políticos: ¿Cuántos políticos nos han engañado, creando falsas esperanzas con su publicidad
de planes para Delphi y de nuevas cargas de trabajo para Navantia?
¿Cuántos años llevan tomándonos el pelo con
el polígono de las Aletas, y formaron un Consorcio y un Consejo Rector que ha
estado chupando del bote, y ahora dice el Tribunal Supremo que no es viable?
¿Cuántos políticos han pasado por nuestro
Ayuntamiento que se han vuelto ‘vividores’ de la política, que van saltando de
un partido a otro con tal de asegurarse su futuro personal, aunque aparenten
estar muy preocupados por los intereses del pueblo?
¿Habrán grabado los vecinos del Río San Pedro
las buenas y huecas palabras de todos los representantes políticos que han
desfilado por el barrio para interesarse por el tema del cambio de cableado
eléctrico, que con tanto tesón viene reivindicando el vecindario?
¿Cómo puede ser que, tras múltiples estudios
minuciosos y concienzudos, se adjudicara la construcción del segundo puente de
Cádiz por 273 millones de euros y ha terminado costando a las arcas públicas
484 millones?...
Efectivamente, Luis tiene sus opiniones particulares
y sus explicaciones sobre lo que sucede en su pueblo. Pero él sigue prefiriendo
‘hacer
la vista gorda’ y callarse porque así se libra de muchos problemas. Seguramente no
le gustará que publiquemos estos comentarios, le pediremos disculpas, pero igual
que han servido para hacernos reflexionar, también pueden servir a otras
personas.
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