En ello estamos. ¿Podemos preguntarnos por qué ante una misma realidad alguien defiende
razonablemente una posición y alguien defiende también razonablemente la
posición contraria?
Ejemplos vivos están presentes en el tema
Cataluña: En nombre de la democracia se defienden posturas antagónicas, en nombre de la
libertad se practican todo tipo de presiones por parte y parte, en nombre de la
ley se dan justificadamente pasos opuestos, en nombre del diálogo se aferran a
sus monólogos. Pareciera que utilizan la misma lengua pero con distintos
idiomas.
Llevamos semanas y semanas escuchando exactamente
los mismos argumentos, lógicos y razonables de unos y de otros, pero ahí
seguimos, en medio de ninguna parte.
Este fenómeno parece
muy extendido. Y
siempre presumiendo de razón y de sentido común.
Sabemos que las personas opinamos y decidimos
en función de nuestra percepción de la realidad, percepciones siempre limitadas
y frecuentemente engañosas, motivo por el cual nadie puede ostentar la verdad
absoluta. Sabemos también que los medios de comunicación, fieles a la voz de
sus amos, trabajan sin cesar para servirnos opiniones ya enlatadas y uniformadas
sobre temáticas sociales. Y sabemos que no terminamos de aprender, y nos cuesta
distinguir las opiniones de los hechos constatables, los intereses particulares
de los generales.
Si nos fijamos en Puerto Real, o en cualquier otro municipio,
encontraremos un elenco de ejemplos de todos los tipos. Veamos algunos.
..........* El grupo
andalucista presume de su buen hacer en la anterior legislatura y acusa de
inoperancia y pésima gestión al actual gobierno. A su vez, el actual gobierno acusa
al anterior gobierno andalucista de irresponsable gestión, porque, por ejemplo,
ahora toca devolver con intereses subvenciones que fueron otorgadas durante la
legislatura andalucista y que no han podido justificarse correctamente.
..........* A bombo y platillo nos vendieron el Parque de las Aletas como panacea para
Puerto Real y toda la Bahía de Cádiz. Ni en principio los dirigentes supieron
plantearlo, ni después de la sentencias denegatorias del Supremo han sabido
encauzarlo, pero aún siguen vendiendo humo. El pasado 18 de octubre, el
Delegado de Gobierno, Antonio Sanz, salió de nuevo profetizando: “En pocas semanas, podremos tener una
solución definitiva para lo que será el nuevo proyecto de Aletas… un gran
parque tecnológico, industrial y logístico de la provincia de Cádiz y estará a
la cabeza de Andalucía”. Lo que nos recuerda otro hecho: ¿Cuántas veces los
políticos prometieron ‘inmensas cargas de trabajo para Navantia’ y así dar
respuesta a las necesidades de empleo de esta zona?
Ya ven, en nombre del pueblo, el destinatario burlado es siempre el pueblo.
Ya ven, en nombre del pueblo, el destinatario burlado es siempre el pueblo.
..........* Miles de versiones hay sobre el término participación. Unos consideraban participación
ciudadana el contubernio con algunas peñas y asociaciones locales a las que
premiaban con subvenciones a cambio de su apoyo al gobierno. Para otros
participación es que diversos grupos municipales, más o menos dirigidos, acudan
ante los Plenos para plantear sus reivindicaciones (un campo de fútbol,
modificar el cableado, arreglo de carretera y accesos, mantener a las damas de ferias, espacios para
las mascotas,…). Si para el gobierno la participación es abrir cauces, espacios
cívicos e instrumentos municipales para que la ciudadanía pueda sugerir,
reclamar y decidir diversas actuaciones del Ayuntamiento, para la oposición eso
es un contrasentido que intentan boicotear y ridiculizar ante la población. Mucha
gente cree participar cuando critica en los bares a los gobernantes pero sin
manifestar sus quejas ante la administración, o dicen participar porque acuden
a reuniones del colegio de sus hijos, o colaboran en las actividades de su peña
o en la caseta de ferias, o se disfrazan en carnaval y procesionan en Semana Santa…
También en elecciones todo el mundo habla de participación, ¿pero de cuál
participación…?
..........* Volvemos a ver contenedores ardiendo, columpios
infantiles quebrados, difusores de riego arrancados, árboles partidos,
papeleras despedazadas, conatos de incendio,… Nadie defiende el vandalismo, pero al mismo tiempo no les
importa dejar enseres o bolsas de basura en la calle, o que sus hijos tiren los
papeles y bolsas de plástico al suelo, o que los perros defequen en los
jardines, o pasarse los semáforos en rojo,… ¿Qué concepto existe de lo público?. Es igual que nadie se
confiesa racista, pero nunca aceptaría que su hija se case con un negro.
Como ven, no es tan seguro que ‘hablando se entiende la gente' cuando se
utilizan las palabras como chicles y cada cual las estira o encoge a su gusto.