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jueves, 19 de octubre de 2017

Misma lengua y distintos idiomas

En ello estamos. ¿Podemos preguntarnos por qué ante una misma realidad alguien defiende razonablemente una posición y alguien defiende también razonablemente la posición contraria?
Ejemplos vivos están presentes en el tema Cataluña: En nombre de la democracia se defienden  posturas antagónicas, en nombre de la libertad se practican todo tipo de presiones por parte y parte, en nombre de la ley se dan justificadamente pasos opuestos, en nombre del diálogo se aferran a sus monólogos. Pareciera que utilizan la misma lengua pero con distintos idiomas.
Llevamos semanas y semanas escuchando exactamente los mismos argumentos, lógicos y razonables de unos y de otros, pero ahí seguimos, en medio de ninguna parte.

Este fenómeno parece muy extendido. Y siempre presumiendo de razón y de sentido común.
Sabemos que las personas opinamos y decidimos en función de nuestra percepción de la realidad, percepciones siempre limitadas y frecuentemente engañosas, motivo por el cual nadie puede ostentar la verdad absoluta. Sabemos también que los medios de comunicación, fieles a la voz de sus amos, trabajan sin cesar para servirnos opiniones ya enlatadas y uniformadas sobre temáticas sociales. Y sabemos que no terminamos de aprender, y nos cuesta distinguir las opiniones de los hechos constatables, los intereses particulares de los generales.

Si nos fijamos en Puerto Real, o en cualquier otro municipio, encontraremos un elenco de ejemplos de todos los tipos. Veamos algunos.
..........* El grupo andalucista presume de su buen hacer en la anterior legislatura y acusa de inoperancia y pésima gestión al actual gobierno. A su vez, el actual gobierno acusa al anterior gobierno andalucista de irresponsable gestión, porque, por ejemplo, ahora toca devolver con intereses subvenciones que fueron otorgadas durante la legislatura andalucista y que no han podido justificarse correctamente.
..........* A bombo y platillo nos vendieron el Parque de las Aletas como panacea para Puerto Real y toda la Bahía de Cádiz. Ni en principio los dirigentes supieron plantearlo, ni después de la sentencias denegatorias del Supremo han sabido encauzarlo, pero aún siguen vendiendo humo. El pasado 18 de octubre, el Delegado de Gobierno, Antonio Sanz, salió de nuevo profetizando: “En pocas semanas, podremos tener una solución definitiva para lo que será el nuevo proyecto de Aletas… un gran parque tecnológico, industrial y logístico de la provincia de Cádiz y estará a la cabeza de Andalucía”. Lo que nos recuerda otro hecho: ¿Cuántas veces los políticos prometieron ‘inmensas cargas de trabajo para Navantia’ y así dar respuesta a las necesidades de empleo de esta zona?
Ya ven, en nombre del pueblo, el destinatario burlado es siempre el pueblo.
..........* Miles de versiones hay sobre el término participación. Unos consideraban participación ciudadana el contubernio con algunas peñas y asociaciones locales a las que premiaban con subvenciones a cambio de su apoyo al gobierno. Para otros participación es que diversos grupos municipales, más o menos dirigidos, acudan ante los Plenos para plantear sus reivindicaciones (un campo de fútbol, modificar el cableado, arreglo de carretera y accesos,  mantener a las damas de ferias, espacios para las mascotas,…). Si para el gobierno la participación es abrir cauces, espacios cívicos e instrumentos municipales para que la ciudadanía pueda sugerir, reclamar y decidir diversas actuaciones del Ayuntamiento, para la oposición eso es un contrasentido que intentan boicotear y ridiculizar ante la población. Mucha gente cree participar cuando critica en los bares a los gobernantes pero sin manifestar sus quejas ante la administración, o dicen participar porque acuden a reuniones del colegio de sus hijos, o colaboran en las actividades de su peña o en la caseta de ferias, o se disfrazan en carnaval y procesionan en Semana Santa… También en elecciones todo el mundo habla de participación, ¿pero de cuál participación…?
..........* Volvemos a ver contenedores ardiendo, columpios infantiles quebrados, difusores de riego arrancados, árboles partidos, papeleras despedazadas, conatos de incendio,… Nadie defiende el vandalismo, pero al mismo tiempo no les importa dejar enseres o bolsas de basura en la calle, o que sus hijos tiren los papeles y bolsas de plástico al suelo, o que los perros defequen en los jardines, o pasarse los semáforos en rojo,… ¿Qué concepto existe de lo público?. Es igual que nadie se confiesa racista, pero nunca aceptaría que su hija se case con un negro.
Como ven, no es tan seguro que ‘hablando se entiende la gente' cuando se utilizan las palabras como chicles y cada cual las estira o encoge a su gusto.




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