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jueves, 7 de diciembre de 2017

Navidad moderna


Puerto Real se prepara para disfrutar las fiestas navideñas. Las personas mayores dicen que antes la Navidad era muy distinta. En realidad, la Navidad ha cambiado en todas partes del mundo.

Cuentan tantas cosas de la Navidad moderna. Dicen, por ejemplo, que se puede hablar del Niño de Belén, pero un Belén imaginario que nada tiene que ver con Cisjordania o la Palestina invadida por Israel. Que se puede hablar de los Reyes Magos guiados por una estrella, pero no de un territorio prohibido y cercado con un inmenso muro que impide el paso. Que se puede hablar de ángeles y pastorcillos, pero no de las familias y niños que viven actualmente en la miseria dentro de la franja de Gaza. 
La Navidad moderna es como una fiesta de ficción, un producto de la fantasía.
Pero no pasa nada. Nadie trabaja mejor la publicidad y la imaginación en el mundo que los Grandes Almacenes. Ellos se encargan de obnubilarnos y deslumbrar con luminarias, guirnaldas y villancicos a los animosos consumidores. Y todo el mundo contento. Una Navidad convertida en la Gran Fiesta del Consumo envuelto en besos, abrazos, comidas, brindis, regalos  y felicitaciones. ¡Una maravilla!

Cuentan también que la Navidad es una Gran Feria de puertas abiertas. Todo el mundo puede divertirse, pequeños, jóvenes y mayores. Todos caben, creyentes, paganos y ateos, con tal que les guste la parranda y tengan dinero para gastar.
Cada personaje tiene su guión: El Niño Jesús, los Reyes Magos, Santa Claus, Papa Noel... Así vistan con túnicas suntuosas o ataviados con los colores de la coca cola.
Dicen que es una Feria, donde quienes más tienen más derrochan y quienes carecen de medios se conforman asomándose a la puerta, o gastando más de lo que pueden.
Disfrutan los grandes almacenes y se contentan los pequeños comercios: Es la época del año en la que más se vende y se consume.
Cantan y beben los peces en el río y dicen que la Nochebuena adquiere un tinte familiar, aunque no sea precisamente una noche de paz y amor.
Y la gente sonríe y saluda con su eslogan preferido: ¡Feliz Navidad y Próspero año nuevo!

En su Libro de los abrazos,  E. Galeano cuenta también un micro-relato titulado Nochebuena.
Fernando Silva dirige el hospital de niños, en Managua.
En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.
Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo quedaba en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón: se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba detrás. En la penumbra, lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedía permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:
Decile a… –susurró el niño–. Decile a alguien, que yo estoy aquí.





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