Sus alumnos no lo olvidan. La profesora
Teresa siempre les decía: “El mejor sitio
para mirar y entender la vida de un pueblo es desde la gente, desde la gente
pobre que siempre es la inmensa mayoría en cada pueblo”.
De mayores lo entendieron mejor. Comprobaron
que la televisión y los medios sirven las noticias ya filtradas e
interpretadas. La publicidad te ofrece y vende los productos con engañifas. Las
redes sociales funcionan como cajas de resonancia y de impresiones. Los partidos,
políticos y gobernantes, enfrascados en sus permanentes y eternas campañas
electorales y luchas de poder, siempre intentan retorcer nuestras miradas hacia
sus exclusivos focos de interés.
Efectivamente, doña Teresa les dio la clave para interpretar la vida de la manera
más acertada.
“Puerto Real es mi pueblo y es un pueblo”,
comentó José Luis, que pasa unos días de vacaciones por aquí. Goza en este
ambiente tan familiar. Explica cómo en este pueblo, aunque tenga más de 40.000
habitantes, todo el mundo parece conocerse. La gente se saluda y conversa. Los
caminantes de las 8 de la mañana por el paseo se dan los buenos días; a la hora
de la compra en la plaza, la gente se para, se pregunta por la familia; es
difícil tomarse una cervecita en solitario, se invitan, se bromea, se ríe. En
este pueblo se ríe mucho. Eso es muy bonito. Las terrazas de los bares se ponen
a reventar, aunque tal vez no se apliquen las ordenanzas municipales de respeto
al espacio debido para los viandantes.
Y el
disfrute de La Cachucha, desde la mañana hasta la noche. No se sabe quiénes
se divierten más, si los niños, los jóvenes, o las personas mayores. No es una
playa al uso, es un espacio lúdico, de encuentro, en la que la gente se reúne
en corros y pasan horas jugando o
conversando dentro y fuera del agua. Una playita que procuran mantener
adecentada cada día, bien temprano, unas brigadas de limpieza. Lamentablemente
también en nuestro pueblo existen otras brigadas de suciedad, gentes
descuidadas que dejan la mugre en cualquier parte, porque desde niños no
aprendieron a respetar lo público.
Como es natural, se habló de muchos temas. Se
hizo alusión al excelente clima durante
el mes de julio, la mayoría de los días con viento de poniente. En contra de
aquellos agoreros, que presagiaban todo un verano de levantera. Bueno, al menos
se equivocaron con el mes de julio.
Se comentó largamente un tema preocupante que
ha sobrevenido en nuestras costas cercanas: Se ha batido el record de llegada de pateras, de rescates y de
personas ahogadas en aguas del Estrecho.
Llegan a Almería, a Málaga, a Motril, a
Algeciras, a Tarifa, a las playas de Bolonia, a Barbate,… hombres, mujeres,
niños (con o sin familia)... El problema resulta cercano.
De aquí hasta sus países podemos viajar
tranquilamente en avión por unos cuantos euros. De allá para acá tienen que
hacerlo en pateras, pagando un dineral, y sin garantías de llegar y no acabar
tragados por el mar. Hay todo tipo de visados para Europa, pero no hay “visados
para refugiados“, ni para migrantes pobres, ellos no pueden ejercer su derecho,
no pueden salir de forma segura de su país.
¡Qué memoria más
cortita tenemos!, decía
una mujer mayor. Se refería a los cientos de miles de personas españolas que
huyeron en tiempos de nuestra guerra civil,
hace apenas unos años. Salieron como pudieron, por la frontera de Francia, o en
barcos desde el Levante,… hacia Europa, México, Argentina, Venezuela, Colombia,
Cuba, Argelia, Marruecos…
Y después, ¿cuántos millones de hombres y
mujeres han tenido que emigrar de España a trabajar fuera obligados por la
necesidad…? ¡Se nos ha olvidado…! Cuando nos tocó a nosotros hablábamos de
derechos, ahora no hay derechos para los que vienen de África, o huyen de
Siria…
Mary Robinson, Alta Comisionada de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, sostenía el libro que recoge el
articulado de los Derechos Humanos mientras decía: “Éste es el libro más traducido del mundo y el menos aplicado”.
El caso es que disfrutamos del paseo por el
pueblo, conversando en el frescor de la noche.
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