Muchas
cosas pasan en Navidad. Se cantan villancicos de PAZ Y AMOR y en los
templos rezan y desean “PAZ a los hombres de buena voluntad”, a la vez
que se asume con total naturalidad que “Estados Unidos quiere convertir la base
de Rota en su principal base militar del sur de Europa, aumentando de
cuatro a seis los destructores y un despliegue de otros 600 militares”.
Como los
pastorcillos de Belén, el alcalde de Rota, Jose Javier Ruiz Arana, saltó
de gozo y alegría al enterarse de la noticia y “demanda el mayor respaldo
parlamentario posible a este acuerdo, pues por encima de cualquier cuestión,
está el interés general, ya que la Base es un factor importante para la
economía de la zona". Efectivamente, por encima de todo está la
pela.
Curiosa la
Navidad Moderna. Se puede hablar del Niño de belén,
pero de un Belén imaginario que nada tiene que ver con Cisjordania o la
Palestina invadida por Israel. Se puede hablar de los Reyes Magos guiados por
una estrella, pero no de un territorio prohibido y cercado con un inmenso muro
que impide el paso y encarcela a su población. Se puede hablar de ángeles y
pastorcillos, pero no de las familias y niños que viven en la miseria dentro de
la franja de Gaza. Los católicos pueden celebrar ‘Misas del gallo’ y días de ‘Reyes
y Santos inocentes’, pero no manifestaciones de repulsa contra las masacres del
pueblo palestino ejecutadas por Israel con apoyo de Estados Unidos. Estas
cosas se consideran inoportunas en fechas navideñas.
La
Navidad Moderna es otra cosa, es una fiesta
de ficción, es pura fiesta
de consumo y de diversion, envuelta en besos,
abrazos, comidas, brindis, regalos y felicitaciones.
Cantan y
beben los peces en el río y la Nochebuena adquiere un tinte familiar, más o
menos postizo. Y la Nochevieja…ni te cuento.
Y, entre risas y copas, la gente se felicita con el viejo eslogan:
¡Feliz Navidad y Próspero año nuevo!
En ese caso, ¡FELICES FIESTAS!
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